Feria del Libro de Valladolid > Noticia Principal > María Teresa Ruiz Rosas defiende una literatura con conciencia social y protagonistas femeninas que no se resignan
La escritora María Teresa Ruiz Rosas ha protagonizado un encuentro en la Feria del Libro de Valladolid, moderado por la periodista Beatriz Burgos, donde ha repasado su trayectoria literaria y ha explicado cómo su escritura se ha convertido en un espacio para abordar temas como la migración, la trata de personas, la violencia o la salud mental. Su participación se enmarca dentro del programa cultural dedicado a Perú como país invitado en esta 58ª edición.
Ruiz Rosas ha apuntado que su carrera como escritora comenzó de forma tardía, aunque desde joven sintió interés por las lenguas y por la lectura. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y circula tanto en Europa como en América Latina. “Siempre quise escribir sobre personas que no tenían voz o que habían sido representadas sin que se tuviera en cuenta su propia mirada”, ha afirmado.
Uno de los temas recurrentes en sus novelas es el de la migración, no solo como desplazamiento físico, sino como proceso personal y vital. También ha escrito sobre la prostitución, el terrorismo o la trata de mujeres, como en Nada que declarar, una novela que fue presentada en el Congreso de la República del Perú y que generó interés entre representantes de la Fiscalía y del Ministerio de Asuntos Exteriores. “Una ficción puede abrir espacios de diálogo cuando conecta con problemas reales”, ha explicado la autora.
Ruiz Rosas también ha recordado que fue una de las primeras autoras en tratar la violencia de Sendero Luminoso en la novela La mujer cambiada, basada en un testimonio real. “El miedo estaba presente en la vida cotidiana. Era difícil ser indiferente. Esa historia me la contaron para que la escribiera”, ha apuntado. En cuanto a si la sociedad peruana ha superado ese periodo, considera que persiste una fuerte polarización social.
En varios momentos del encuentro, se ha abordado la construcción de sus personajes femeninos, muchos de los cuales desafían los estereotipos literarios. “No me interesa la victimización, sino mostrar cómo pueden resistir o defenderse”, ha indicado. En ese sentido, ha abordado temas como el encierro de mujeres en instituciones psiquiátricas por decisión de sus familias o el papel que ocupa el cuerpo femenino en la narrativa. “El personaje de la prostituta suele estar romantizado desde la mirada del hombre. Yo quería mostrar lo que hay detrás”, ha dicho.
Su novela El copista, que cumple tres décadas desde su publicación, sigue siendo una de las más leídas de su obra. Ruiz Rosas ha recordado que fue bien recibida por la crítica desde su salida en 1994 y que en los últimos años ha sido redescubierta por nuevas generaciones de lectores. “Algunos me dijeron que fue un libro que les marcó cuando eran jóvenes. Tal vez porque entonces no era habitual que una mujer escribiera sobre ciertas relaciones con tanta libertad”, ha comentado. A pesar de la insistencia de algunos lectores, ha asegurado que nunca ha considerado escribir una segunda parte: “Esa historia está cerrada”.
Durante el encuentro, Ruiz Rosas también ha compartido detalles sobre su forma de trabajar. No sigue rutinas estrictas, pero sí procura escribir cuando siente que un tema merece ser desarrollado. Muchas de sus historias surgen de confidencias personales o de recuerdos guardados durante años. Así ocurrió con una novela inspirada en una mujer que trabajó en una clínica psiquiátrica dirigida por un médico defensor de la terapia electroconvulsiva. “Ese relato me acompañó durante décadas. Su historia mostraba mucho sobre la actitud social frente a la enfermedad mental”, ha explicado.
La autora también ha reflexionado sobre la relación entre forma y contenido en la narrativa. Ruiz Rosas ha recordado que ha leído mucho a Mario Vargas Llosa y que le interesa especialmente su estructura narrativa, pero afirmó que su intención ha sido siempre desarrollar una voz propia. “Cada historia pide una forma distinta”, ha señalado.
Sobre el Premio Nacional de Literatura del Perú, que recibió recientemente, ha explicado que lo vivió como un reconocimiento colectivo. “Lo más valioso fue el afecto que recibí. Vivo fuera de Perú, pero no me he exiliado. Me interesa conocer otros lugares, otras realidades. Eso también está presente en mis libros”, ha afirmado. En cuanto a la polémica por su residencia fuera del país, se ha limitado a señalar que el premio reconoce una trayectoria y que la literatura no debe entenderse como una cuestión de fronteras.
El encuentro concluyó con una reflexión sobre el sentido del humor en su obra, presente incluso en los contextos más difíciles. “El humor permite mirar las cosas desde otro ángulo. Es una forma de resistencia”, ha concluido.
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