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Luis Marigómez y Tomás Sánchez Santiago celebran en la Feria del Libro de Valladolid la poesía como oficio de las afueras

La literatura como forma de resistencia, como gesto de atención a lo inadvertido, como artefacto para desordenar el mundo. Bajo ese espíritu ha transcurrido el emotivo “encuentro celebratorio de la literatura” entre los escritores Luis Marigómez y Tomás Sánchez Santiago, celebrado en el Salón Principal del Círculo de Recreo, dentro de la Feria del Libro de Valladolid.

Marigómez, que h actuado a como guía de la conversación y cómplice, ha trazado un recorrido por la obra de Sánchez Santiago a través de los títulos de sus libros, desde Amenaza en la fiesta (1979) hasta El esmero, la reciente antología publicada por Castilla Ediciones, pasando por Vida de topo, En familia o El que menos sabe, obra que le ha valido este año el Premio Nacional de la Crítica en Poesía. “Tomás es un poeta que vive en las afueras, pero no como quien se exilia, sino como quien desde ahí mejor entiende el centro del mundo”, ha expresado.

En un tono pausado y sereno, el autor zamorano ha recogidoese mapa de su trayectoria con humildad y asombro. “Yo no tenía un plan, los títulos fueron apareciendo como quien explora a tientas. Sólo con el tiempo uno se da cuenta de que estaba construyendo un mundo, a veces sin saberlo”, ha confesado para luego añadir: “Uno escribe no desde lo que sabe, sino desde lo que no sabe, en busca de alguna revelación”.

Sánchez Santiago ha leido varios poemas, entre ellos Poética de las inmediaciones y Territorio, piezas que condensan su mirada comprometida hacia la vida cotidiana, los márgenes y la memoria. En ellos emergen los “cuerpos quietos”, los “huesos llovidos” y el “baile de lo inservible”, imágenes que sostienen una poética centrada en la dignidad de lo común. “Mi patria, la única que me importa, tiene la escasa estatura de lo inadvertido”, ha proclamado con emoción.

El tono ha sido principalmente celebratorio en su sentido más genuino: el de compartir lo creado y devolverlo a la comunidad. “El poeta es como ese viajante que regresa de vez en cuando con sus artículos, sus palabras nuevas, y nos ofrece un don”, ha evocado Sánchez Santiago, recordando a Miguel Marinas. “Y después vuelve a marcharse, a las afueras”.

Cerró el acto con otro poema, Todavía no, un relato autobiográfico que mezcla memoria escolar, violencia institucional y el aprendizaje de la espera como forma de resistencia.

Luis Marigómez, por su parte, ha reivindicado también la fuerza de los títulos como revelación. “A veces, un solo nombre basta para contener el mundo”. Y, entre risas, ha recordado sus propios inicios y el aprendizaje compartido con Tomás. “Somos inspectores de la quietud, y en ese mirar sin prisa está, tal vez, todo lo que nos une”.

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