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Luis García Jambrina: “No pretendo blanquear la leyenda negra de los Borgia, pero sí mostrar que no eran peores que otros papas anteriores o posteriores”

El escritor y filólogo Luis García Jambrina ha regresado este domingo a la Feria del Libro de Valladolid con una nueva entrega de su exitosa serie de novelas históricas protagonizadas por Fernando de Rojas. En El manuscrito de sangre, séptimo título de la saga, el autor traslada al célebre pesquisidor a la Roma de comienzos del siglo XVI para investigar la muerte del papa Alejandro VI, Rodrigo Borgia, envenenado en circunstancias nunca aclaradas.

García Jambrina propone al lector un viaje al corazón del poder eclesiástico en uno de los momentos más turbulentos de la historia del Vaticano. “He querido mostrar ese nido de víboras que era el Vaticano de entonces, con sus intrigas, ambiciones y rivalidades entre grandes familias italianas y cardenales de distintas potencias”, explicó el autor en la rueda de prensa celebrada en el marco de la feria.

El punto de partida es completamente histórico —la muerte de Alejandro VI y los dos cónclaves que se suceden en apenas semanas—, pero como en todas sus novelas, Jambrina entreteje la trama policial con una poderosa construcción literaria y una sólida documentación. “La invención siempre tiene que partir de la documentación. Si quieres inventar, documéntate”, sentenció.

Además de desentrañar las claves de la muerte del papa valenciano, El manuscrito de sangre se adentra en la figura de los Borgia con una mirada menos prejuiciosa. “No pretendo blanquear su leyenda negra, pero sí mostrar que no eran peores que otros papas anteriores o posteriores. Eran una familia ambiciosa, sí, pero también culta, unida y fascinante”, defendió.

Entre los personajes históricos que desfilan por la novela figuran el maquiavélico César Borgia —“el gran inspirador de El príncipe de Maquiavelo”—, la inteligente y manipulada Lucrecia Borgia o incluso la Lozana Andaluza, prostituta y protagonista de una obra clave de la literatura castellana que Jambrina recupera como personaje. “Son mujeres empoderadas, con carácter y fuerza, cada una desde su lugar en la sociedad”, explicó el autor. Lucrecia, que fue utilizada como peón político por su padre y su hermano, se presenta como una figura culta, leal y apasionada, capaz de inspirar a artistas y poetas. Por su parte, la Lozana representa la sabiduría popular y la supervivencia desde los márgenes, reivindicando con su presencia una tradición literaria muchas veces olvidada.

Una de las claves del éxito de la serie es el propio Fernando de Rojas, “un enigma histórico” al que Jambrina ha convertido en el hilo conductor de una serie de novelas de intriga donde el pasado y el presente dialogan constantemente. “Lo que más me importa en mis libros son los personajes. Me interesa construir figuras complejas, creíbles, que funcionen como vehículos para explorar los claroscuros de una época”, señaló.

La novela, como ya es habitual en el autor, no solo retrata un tiempo y unos personajes, sino que ofrece guiños al presente. En ese sentido, Jambrina estableció un sugerente paralelismo entre las poderosas familias renacentistas —como los Borgia— y los partidos políticos actuales. “Hoy los partidos funcionan como aquellas grandes familias: defienden intereses de grupo y colocan a sus miembros en el poder igual que hacían los Borgia. El objetivo es el mismo: mantenerse en el poder y eliminar a los rivales”. En su opinión, esa lógica de clanes —ahora institucionalizados en forma de partidos— explica muchas dinámicas políticas actuales.

“Mario Puzo, cuando escribió El Padrino, se inspiró en los Borgia. Y hoy, muchos partidos se comportan como auténticas familias mafiosas, con sus lealtades internas, traiciones, favores y códigos”, afirmó el autor. El reflejo de esta lucha por el poder y sus mecanismos atraviesa toda la novela, en la que incluso el personaje de Maquiavelo —presente en la trama— permite al autor ofrecer una reflexión sobre la mentira como instrumento político, una herramienta, asegura, tan vigente ahora como hace cinco siglos.

Luis García Jambrina adelantó que tiene en mente una posible octava entrega de la serie: una precuela ambientada en la Puebla de Montalbán, tierra natal de Fernando de Rojas. “Quiero volver a los orígenes, quizás con la historia de unas hermanas impresoras judías que vivieron allí en esa época. Pero, como siempre, me lanzo sin mapa. Las novelas no hay que planificarlas demasiado: hay que dejar que el personaje te guíe”.

Con El manuscrito de sangre, Jambrina demuestra una vez más su capacidad para tejer ficción y realidad con talento narrativo, rigor documental y un fino sentido crítico, convirtiendo la historia en un espejo inquietante del presente.

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