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Luis Antonio de Villena presenta Miserable vejez en un diálogo con David Pujante sobre juventud, belleza y el paso del tiempo

Luis Antonio de Villena presentó este sábado en la Feria del Libro de Valladolid su último poemario, Miserable vejez, en un encuentro cargado de reflexión y lirismo en conversación con el catedrático David Pujante. Juntos abordaron los grandes temas que atraviesan la obra: el deterioro físico, la memoria, la marginalidad, el deseo y, sobre todo, la juventud como fuerza vital frente al desgaste del tiempo.

“El libro nace de la comprensión de que lo que mejor hace a la vejez es la cercanía de la juventud”, afirmó Villena, quien compartió anécdotas íntimas y lúcidas sobre cómo la presencia de lo joven —en sus múltiples formas— ha acompañado su vida y su escritura. Pujante destacó que Miserable vejez es “una mirada contenida y profundamente estética sobre la decadencia”, un libro que crece en la relectura, donde los fantasmas del pasado conviven con muchachos del presente y recuerdos de viajes recientes a Colombia.

Villena no ocultó su incomodidad con los estereotipos sociales que condenan el vínculo entre mayores y jóvenes, y reivindicó con firmeza ese contacto como mutua enseñanza. “El viejo aporta experiencia, historia y sentido; el joven, ojos nuevos”, sentenció. A través del humor, la ternura y la crítica social, el autor repasó algunas claves del libro, que dibuja con ironía y melancolía personajes como la marquesa decadente, la madre perdida, o el poeta Julio Aumente, convertido en mito privado y memoria erótica.

El título, Miserable vejez, lejos de resignarse al lamento, encierra una reivindicación de la dignidad y del deseo como forma de resistencia. “La juventud es un emblema de vida. Cuando se pierde, se escapa algo esencial”, explicó el autor, que confesó sentirse como un “fantasma” en un mundo que ya no reconoce como suyo.

La lectura de varios poemas cerró un acto que fue mucho más que una presentación: fue una declaración de principios, una defensa del arte y de la belleza como bastiones frente al empobrecimiento cultural y emocional del presente. “Un buen poema —dijo Villena— es una gota de tiempo puro que se salva del olvido”.

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