La Feria del Libro acoge la presentación de Delibes, los pájaros y los niños, una obra editada por Eolas Ediciones que, más que un libro, es —como expresó su editor, Héctor Escobar— un “artefacto delicado y sobresaliente”. Un homenaje íntimo y libre al legado de Miguel Delibes, concebido por el escritor Gustavo Martín Garzo y el fotógrafo José Manuel Navia, donde se entrelazan literatura, fotografía y reflexión.

El niño y el pájaro, elementos centrales del libro, simbolizan esa capacidad de ver lo que los adultos han olvidado. “Delibes está lleno de niños que saben mirar, y de animales que nos conectan con un mundo más profundo, más verdadero”, ha apuntado Martín Garzo. Una mirada que no idealiza la naturaleza, sino que la restituye como un lugar de pertenencia, de comunión y de asombro.

“Este no es un libro de encargo, ni de superventas. Es un libro de amistad y de pasión compartida”, ha sentenciado Escobar, convencido de que “cuando se hace con amor y cuidado, el resultado se nota”. La publicación, de edición cuidada y espíritu libre, propone un recorrido sensorial y emocional por la Castilla que habitó Delibes y que también habita en quienes han sentido su obra como una forma de arraigo.

La historia del libro se remonta a tres décadas atrás, cuando El País Semanal pidió a Martín Garzo y Navia un reportaje literario-fotográfico sobre el autor vallisoletano. Aquella colaboración germinó un proyecto que ha tardado años en madurar, pero que, como explicaron sus autores, no tenía prisa: “Este libro pertenece a esos que te encuentran sin buscarlos. Y esos son los que más gozo dan”, ha confesado Martín Garzo en un encuentro con la prensa previo a la presentación del libro en el Círculo de Recreo de Valladolid.

El escritor ha querido subrayar que su texto —una reflexión literaria y autobiográfica— es fruto de una conversación prolongada con Delibes y con su propia infancia. “Más que un ensayo, es una lectura personal, un diálogo entre mis recuerdos y sus palabras, entre mi Castilla soñada y la suya”. El resultado está construido a partir de fragmentos de Delibes que resuenan con sus propias vivencias, como si la voz del maestro sirviera para nombrar lo que uno no sabe cómo decir.

Navia, por su parte, insistió en que su aproximación fotográfica no pretende ilustrar el texto, ni viceversa: “Quisimos que texto e imagen convivieran con libertad, como lo hacen los amigos que se encuentran sin saber muy bien por qué”. Aunque la mayoría de las imágenes están tomadas en Castilla, también aparecen fotografías de Mali, Marruecos o Sicilia, lugares que el fotógrafo ha recorrido buscando una ensoñación: “Para mí, Castilla es un mito, un territorio más literario que geográfico”.

Ambos han coincidido en que Delibes, los pájaros y los niños celebra la mirada como forma de conocimiento. Una mirada que, en el caso del autor de El camino o Los santos inocentes, parte de lo cotidiano para llegar a lo revelador. “Delibes tiene el poder misterioso de hacer que la realidad se vuelva expresiva sin aparente esfuerzo”, ha afirmado Martín Garzo, quien ha evocado momentos de epifanía en su obra —como la luciérnaga en La mortaja o la Milana posándose sobre Azarías en Los Santos Inocentes— donde lo real roza lo sagrado.

Navia ha concluido con una reflexión que resume el espíritu del libro: “Este proyecto es también una radiografía imaginaria de Delibes, una forma de preguntarnos qué pensaría él de todo esto. Ojalá se sintiera contento con lo que hemos hecho”.

En tiempos de velocidad y ruido, Delibes, los pájaros y los niños propone una pausa para mirar, leer y recordar desde la emoción, la belleza y el respeto. Como Delibes, sin decir más de lo que se puede decir.