Juan Manuel de Prada ha presentado este domingo en la Feria del Libro de Valladolid Cárcel de tinieblas, la segunda parte de su ambicioso proyecto narrativo iniciado con En los ojos de la noche. Se trata, según explicó el autor, de una novela “barroca, esperpéntica y alucinada”, ambientada en el París ocupado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, que tiene como protagonistas a escritores y artistas españoles cuya memoria, dice, “ha sido borrada u ocultada”.

La obra, de más de 1.600 páginas, propone una reconstrucción literaria —más que histórica— de un momento singular en el que París se convirtió, según Prada, en “el epicentro de muchas mentiras históricas del siglo XX”. En ese escenario sitúa a Fernando Navales, un falangista ya presente en su novela Las máscaras del héroe, que viaja a la capital francesa con la misión de aglutinar a los intelectuales afines a la causa española. Pero pronto el relato se oscurece y París se transforma en esa “cárcel de tinieblas” que da título al libro.

Una novela contra el “suicidio” editorial

Durante la presentación, De Prada ha cargado con dureza contra la tendencia de las editoriales actuales a “buscar lectores entre quienes no leen”. A su juicio, eso ha derivado en una avalancha de títulos “banales, breves, con letra grande, diseñados para mentes destruidas y con una capacidad de atención de cinco minutos”. Frente a esa tendencia, el escritor ha defendido el valor de una literatura exigente y sin concesiones: “Hay lectores que quieren droga dura, literatura dura, y a ellos hay que dirigirse”, aseguró.

Según ha explicado, la primera parte de esta obra ha sido su novela más leída en los últimos veinte años y ya va por la undécima edición, lo que, en su opinión, demuestra que el interés por la literatura de fondo no ha desaparecido. “Nos han hecho creer que ya no hay lectores así, pero es falso. Lo que hay es una estrategia de mercado basada en el trampantojo”, afirmó.

Cárcel de tinieblas no es, según su autor, una novela histórica al uso. Rechaza abiertamente “los trucos baratos” del género, como ha apuntado el poeta y conductor del encuentro Fermín Herrero, y De Prada prefiere definir su obra como un esperpento, “una visión corrosiva y deformada de la realidad en la tradición de Valle-Inclán, pero con estructura y ritmo cinematográfico”.

La técnica narrativa, ha reconocido, se apoya en una fragmentación deliberada, en secuencias que podrían ser fotogramas, y en una puesta en escena cercana al montaje cinematográfico. “Valle-Inclán nunca escribió novelas como tal. Esta sí lo es, aunque beba de ese mismo espíritu de descomposición de los tópicos”, explicó.

Fermín Herrero también ha intervenido para destacar la ambición formal de la obra y su capacidad para “enseñar deleitando”, recuperando la esencia de la literatura clásica. “Es una novela entretenida, con personajes poderosos, que entra de lleno en los conflictos morales y existenciales sin recurrir a artificios”, subrayó. En su opinión, se trata de una novela que “amplía el saber del lector y le reta, no lo adormece”.

Una reivindicación de la tradición cultural española

Más allá de su trama y construcción formal, De Prada ha presentado su novela como un homenaje a la literatura española “vilipendiada y cancelada” en los tiempos actuales. “Es un tributo a nuestra tradición picaresca, al esperpento, a la sátira. Y también a esos escritores exiliados, marginales, olvidados”, sostuvo.

Fermín Herrero, por su parte, se ha referido a Cárcel de tinieblas como “la novela de un literato” en tiempos en que “lo raro es ser literato, y lo común es escribir autoficción o entretenimiento vacío”. En este sentido, el autor ha concluido que parte del interés que ha despertado su obra puede estar también en la necesidad del lector de reconectar con una cultura propia que siente como arrebatada. “Quizás hay quien busca comprender lo que nos han ocultado de nuestra historia, o lo que nos han contado mal”, ha señalado.