La última novela de Gustavo Martín Garzo, ‘No hay amor en la muerte’, inspirada en ‘El sacrificio de Isaac’ de Rembrandt sirvió para guiar el encuentro con el artista visual celebrado esta tarde en la 50 Feria del Libro de Valladolid y permitió converger los paralelismos que hay entre ambas artes, la literatura y la pintura.

“Ambas disciplinas pertenecen a ese mundo del arte, ese mundo que hay más allá de lo meramente fáctico. Hablar de estas cosas es una reivindicación de la inutilidad”, reflexionó Martín Garzo, quien destacó que en la sociedad basada en lo instrumental hay “tantas cosas en la vida que no sirven para nada…”. Y se preguntó: ¿para qué sirve un atardecer, un beso, un bebé, un anciano, asistir a una exposición o a un concierto? Cuestiones que respondió acto seguido: “sin embargo, todo eso es en el fondo lo más importante de la vida”.

Por estas razones consideró que la reivindicación del arte es hoy más necesaria que nunca pues “vivimos en una sociedad que solamente valora lo instrumental o aquello que se puede traducir en una posesión y en un dominio”.

Además de la reflexión general, cuando se centraron en el libro ‘No hay amor en la muerte’ y la obra que lo inspiró (‘El sacrificio de Isaac’), un cuadro que aseguró que le conmovió desde que lo conoció y que como en otras obras de arte o poemas llevan a quienes las contemplan a preguntarse qué es y tratar de descubrir el secreto que esconden. “Si esos cuadros tienen el poder de dejarnos inmóviles ante ellos es señal que algo hay en ellas que te obligan a reflexionar”, expuso Martín Garzo.

El artista visual Jesús Capa destacó que el ‘No hay amor en la muerte’ relata la visión de Isaac de aquel suceso bíblico, cuando iba a ser sacrificado por su padre, Abraham, por petición de Dios. “Gustavo va más allá y da voz a alguien que no lo tenía y me parece francamente importante. Y aunque la base sea ese sacrificio el libro esconde una historia de amor, de muy distintos amores”, expuso.

“Esa historia inevitablemente me llevó a pensar, ¿qué pensaba Isaac? ¿qué pasó por su cabeza después, cuando regresó al poblado tras el sacrificio interrumpido en el último momento? La relación con su padre no podía ser la misma”, relató Martín Garzo, lo que le llevó a pensar que la forma más adecuada de relatarla era desde ese punto de vista del hijo que más tarde se convertirá en padre. “Plantea el conflicto esencial entre el deber y el amor”, concluyó.