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Eduardo Lago: “El proyecto de Joyce consiste en entrar en el alma del idioma y desarticularlo”

La pasión de Antonio Soler y Eduardo Lago por James Joyce es tal que los llevó a fundar la Orden de Finnegans, que tiene como objeto la veneración del Ulises cada 16 de junio (Bloomsday) junto a Enrique Vila-Matas, Jordi Soler y Malcom Otero, a la que posteriormente se sumó José Antonio Garriga. Junto a ellos, el joven traductor Diego Garrido han conformado una mesa redonda bajo el título ‘100 años en un día: conversaciones en el centenario del Ulises’, moderados por la profesora de la Universidad de Valladolid Berta Cano.

Una admiración que también les lleva también a discrepar y tener puntos de vista muy diferentes respecto a la obra, que cada uno admira, a su manera como se ha reflejado tanto en la rueda de prensa como en el encuentro con los lectores celebrado en el marco de la Feria del Libro de Valladolid.

Para el escritor, traductor y periodista Eduardo Lago, “el proyecto de Joyce consiste en entrar en el alma del idioma y desarticularlo”, según ha defendido: “A Joyce algo lo arrastra que él no controla. Se le ocurre idea enloquecida que es crear un lenguaje literario con 18 variaciones” ¿Eso lo hace ininteligible? Se ha preguntado, para lo cual ha defendido que el lector ideal del Ulises es una mujer de 17 años que tenga sensibilidad. “Al leerlo se apoderará de ella que es un terremoto que es el volcán del leguaje que te quema el alma”, ha descrito.

Respecto a la actualidad de esta obra de la que se celebra el centenario de su publicación, Lago cree que “el Ulises no envejece, los que envejecen son los lectores y las generaciones que responden a la obra de una manera diferente, incluido el rechazo”, ha afirmado Lago.

Por su parte, Diego Garrido, sin llegar al rechazo sí que ve fisuras en el Ulises de Joyce. “De los 18 experimentos que hace en el libro, le ‘compraría’ algunos de ellos. Es un libro que me obsesiona y no me puedo quitar de encima. Me gustaría apartar a Joyce de mi vida porque ahora le estoy traduciendo otra vez y me apetece abordar otros autores. No lo acabo de ver redondo del todo. Voy cambiando de opinión, según qué capítulos. No descarto que en algún momento de mi vida se cierre el círculo y me parezca el mejor libro del mundo o todo lo contrario”, ha expuesto.

Para poner en contexto la lectura del Ulises de Joyce, el escritor Antonio Soler ha recordado que lo leyó a los 24 años. “quedé noqueado y sorprendido, pero poco después leí En busca del tiempo perdido de Marcel Prust y fue como Hiroshima y Nagasaki, dos bombas atómicas. Lo de Prust fue tan impactante para mi que dejó un poco postergado a Joyce. Pero volví, naturalmente y del mismo modo que Prust para mi fue como el descubrimiento del Amazonas o del Nilo, con el tiempo y volviendo a Ulises me di cuenta que esa obra sería una multitud enorme de fuentes, torrentes y riachuelos que al final abarcaban un territorio mayor que el del Amazonas”, ha argumentado, para concluir que es un libro que aporta multitud de recursos que apuntan en muchas direcciones creativas. “Cuando nos referimos al Ulises parece que estamos hablando de algo novedosos. Es un libro que nunca envejece y constituye en fuente de inspiración y nuevas creaciones literarias”, ha concluido.

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